La ira es una emoción intensa durante la cual no logramos pensar con claridad, pues las palabras, opiniones e ideas nos invaden la mente de manera precipitada, nos ahogamos en la frustración y no podemos pensar con claridad, lo que nos lleva a explotar de forma agresiva. De acuerdo con Mauricio Polanco, psicólogo adscrito a Colsanitas “la ira se manifiesta como una respuesta de enfado, irritación y furia frente a una situación de frustración, por ejemplo, o de incomprensión, injusticia o ataque a la dignidad”. Detrás de todos estos sentimientos se encuentra la impotencia, la inseguridad, el miedo y la decepción, emociones que nos hacen reaccionar de forma impulsiva frente a la situación que nos genera malestar.
El enojo es una emoción básica de supervivencia, es normal y necesario sentirlo y expresarlo, porque permite desenvolvernos en nuestro entorno en situaciones difíciles, pero no debe convertirse en una excusa para actuar de manera inapropiada con las personas que tenemos cerca. En nuestro cuerpo, la ira se manifiesta con un aumento de la adrenalina, una frecuencia cardiaca elevada y rostro enrojecido, entre otras señales; sin embargo, es importante evitar que esta emoción nos desborde, por esta razón, el doctor Polanco hace las siguientes recomendaciones:
¿Cómo evitar perder el control?
1. Respirar profundo ayuda a calmarnos antes de reaccionar a la situación del enojo.
2. Hacer ejercicio ayuda a moderar la tensión acumulada en el cuerpo, pues la actividad física libera endorfinas, que contribuyen a un buen procesamiento y expresión de las emociones.
3. Reflexionar y analizar los pensamientos y sentimientos relacionados con la situación motivo del enojo es importante porque ayuda a identificar las causas subyacentes y a procesar las emociones. Además, permite observar la situación desde otro punto de vista.
4. Hablar con alguien de confianza sobre la situación brinda un panorama distinto de lo sucedido. Es importante procesar y comunicar las opiniones para encontrar soluciones.
5. Practicar la atención plena, meditación o mindfulness ayuda a entender las emociones que nos invaden a diario y a mantener la calma. Además, mejora el bienestar mental. La meditación también puede ayudar a desarrollar habilidades de regulación emocional, como la paciencia, esencial para manejar la ira.
Las terapias de manejo de la ira también pueden ser útiles, pues brindan herramientas para lidiar con esta emoción cuando se desborda. Las señales que pueden interpretarse como alertas para acudir a una terapia son:
* Ataques de ira frecuentes
* Pérdida del control emocional
* Reacciones de violencia excesiva
* Gritos
* Agresiones
* Impulsividad incontrolable
* Incapacidad para autorregularse
Es importante expresar nuestras emociones, pero aún más identificar porqué se manifiesta esta emoción y acudir a las herramientas adecuadas para que no nos desborden y desencadenen en acciones de las que nos podamos arrepentir.
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